De nueva luz brillante resplandece
Claro, sereno y delicioso día,
Que al mundo anuncia cerca su ventura.
Himnos canta al Señor, oh tú, alma mía:
Su nombre y gloria ensalza y esclarece,
Pues que a la tierra llena de dulzura,
y a la vil criatura
En maldad sumergida
Le anuncia nueva vida.
Canta, oh alma, al Señor Omnipotente,
Pues ya a salud convida,
¡Día feliz!, a la afligida gente.
   Alzad, hijos de Adán, el angustiado
Rostro y mirad la reluciente Aurora
Que sobre el mundo nace, conduciendo
El Sol de eterna luz; y cuál colora
Libre de oscuridad el dilatado
Reino de la tiniebla; cuál rompiendo
Sus nubes, esparciendo
Va luces y esplendores
Arda el mundo de amores:
Tú pueblo venturoso, al sacrosanto
Señor canta loores,
y alaba a la que enjuga ya tu llanto.
   Y canta dulcemente la victoria
En que al Dragón antiguo pisa osada
La cabeza infernal y venenosa.
Canta también y di cuál libertada
Fue del común contagio; di la gloria
Con que el Rey soberano, como a Esposa,
La adornó; di que, hermosa
Sobre toda belleza,
Corona su cabeza
De estrellas; y di, en fin, que el soberano
Honor de tanta alteza
No es dado que lo cante labio humano.
     Pero es dado, Señora, que levante
Mi voz, y que yo alabe agradecido
En cántico sagrado al que os liberta.
Oh, ya se acerca el día apetecido
Y aquel alegre y venturoso instante
De la salud del mundo. No es incierta
Mi esperanza, que abierta
La celeste morada
Por ti, oh Inmaculada
Virgen, veo venir nuestro consuelo,
Y miro ya mudada
Nuestra tierra infeliz en dulce cielo.

 

Oda a la Inmaculada de Blanco White

 

 

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