En el tercer paso llega la Virgen del Valle. El acompañamiento musical de marchas clásicas a cargo de la Banda de Música del Maestro Tejera.

El exorno floral de ramos cónicos y bicónicos presentaba la novedad de estar realizados a base de rosas de un color rosa pálido en vez de los tradicionales claveles.

Una noche, en la Anunciación desierta y apagada, al resplandor de los dos únicos cirios que la alumbraban, he visto como sus ojos se llenaban de lágrimas hasta ser solo quietas aguas verdes. A su alrededor "el mundo había muerto, no quedaba un solo vestigio". En la oscuridad desnuda de la iglesia estremecida por la angustia de este sollozo contenido, de esta pena que se mordía los labios "estaba el único universo, la inmortalidad en el tiempo. Cada dolor una vida. Latidos midiendo eternidades". Iban a desbordarse las lágrimas, a caer. Y nos fuimos para que pudiera llorar sola. Era un Viernes de Dolores, después de su traslado. Ningún Jueves Santo, ni aún viéndola al son de su marcha, bajo sus breves bambalinas, rodeada de los ramos cónicos de paso de Corpus y coronada por la corona inmaculista con la que Sevilla reconoce en Ella la catedral de su belleza, he vuelto a ver tan conmovedor y tan puro que quiere ocultar y que involuntariamente muestra, ese misterio de dolor que guarda en su corazón, como guardó el de gozo, para sufrirlo sola, en el refugio y en el secreto de su Valle.

Pregón de la Semana Santa de Sevilla 1996
Carlos Colón Perales

La Virgen luce corona de oro inspirada en la que pertenece a la Inmaculada Grande de la Catedral de Sevilla. Bajo el tocado la medalla de oro de la ciudad y en su mano la rosa de pasión de Emilio García Armenta en 1957. 

Las bambalinas del paso en terciopelo granate son las más antiguas de Sevilla, fueron bordadas en el siglo XVII, de autor anónimo y pertenecieron a la extinguida hermandad de la Virgen de la Antigua, Siete Dolores y Compasión. 

En la gloria del palio va la Paloma del Espíritu Santo, rodeada de dieciséis cabezas de ángeles en marfil realizadas en 1951 por Miguel Alonso y salpicado de estrellas. 

¿Y a ti Valle qué te digo,
–Dolorosa de ojos verdes–
jardinera nazarena?
A ti madre, te dedico
mi oración hecha saeta:

Divina rosa del valle,
cala, jazmín, azucena.
Rosa divina del valle,
cómo siendo tú tan buena
el que te busca te halle
en la casa de la Pena.

"Ni en la casita, madre, de la Pena
ya no te quieren a ti,
porque la tuya es más grande
que las que habitan allí"

Pregón de la Semana Santa de Sevilla 2005
Antonio Murciano González

Autor:©  Rafael Márquez

<< Semana Santa 2005