10 de Abril 2009*

Tras el Jueves Santo llega el terrible dolor del Viernes Santo, cuando recordamos el prendimiento, flagelación, juicio, camino del Calvario, crucifixión y muerte del Señor Jesucristo. Es un día para la profunda reflexión, para la concentración profunda en el misterio de la muerte del Señor. Valdrá mucho la pena que en el Viernes Santo leamos el Evangelio atentamente, y que reflexionemos seriamente sobre nuestra vida y la generosidad de Dios que da Su Vida para nuestra salvación.
Con la muerte del Señor en la cruz, el mundo se cubre de tinieblas. Un momento de espera angustiosa en la que acudimos a la Santísima Virgen, la madre dolorosa que ha recibido de José de Arimatea el cuerpo sin vida de Jesús.

El Calvario. Juan de Valdés Leal. Iglesia de la Magdalena

Viernes Santo es también, una Madre con su Hijo en los brazos: "Después de muerto lo bajaron de la cruz apresuradamente, y lo colocaron sobre las rodillas de su Madre..." Muchos artistas, por ejemplo, Miguel Ángel en su "Pietá" de Roma, lo ha representado así, el crucificado en los brazos de María.

    Evangelio de San Juan 19. 14-22

El Calvario. Azulejo. Fachada del Convento del Espíritu Santo. Sevilla. Foto: Rafael Márquez

"Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia la hora sexta. Dice Pilato a los judíos: «Aquí tenéis a vuestro Rey.»  Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera! ¡Crucifícale!» Les dice Pilato: «¿A vuestro Rey voy a crucificar?» Replicaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que el César.» Entonces se lo entregó para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, y allí le crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.

Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos.»
Esta inscripción la leyeron muchos judíos, porque el lugar donde había sido crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad; y estaba escrita en hebreo, latín y griego. Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: "El Rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy Rey de los judíos".»
Pilato respondió: «Lo que he escrito, lo he escrito.»

    Evangelio de San Juan 19.25-34

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.»
Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca.
Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu. 
Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua.

El Descendimiento de la Cruz. Pedro de Campaña
Catedral de Sevilla

    Evangelio de San Juan 19. 38-42

La Piedad. Luis de Vargas. Iglesia de Sta. María la Blanca

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo.
Fue también Nicodemo - aquel que anteriormente había ido a verle de noche - con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar.
En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado.
Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.
"

    Consumatum est

Ahora sin que se lo impidan las lanzas de los soldados, puede verlo, mirarlo desde la cabeza hasta los pies, no hay parte que no esté lastimada, destruida.
Las espinas dejaron agujeros en la cabeza y los clavos destruyeron las manos y los pies, los flagelos destruyeron su espalda; eso es lo que queda de su Hijo.

"No me mueve mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido,
para dejar por eso de ofenderte.

Tu me mueves Señor, muéveme el verte
clavado en una Cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte,

muéveme en fin, tu amor y en tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera".

El entierro de Cristo. Cristóbal de Morales
Museo de Bellas Artes. Sevilla

Altar Mayor de la Iglesia del Sagrario de la Catedral de Sevilla, obra de Pedro Roldán. Foto: Rafael Márquez

[ Estación de penitencia de la Hermandad de la Sagrada Mortaja de Sevilla. Viernes Santo ]

[ Estación de penitencia de la Hermandad del Gran Poder. Sevilla. Viernes Santo 2004 ]

[ Estación de penitencia de la Hermandad del Calvario. Sevilla. Viernes Santo 2004 ]

[ Estación de penitencia de la Hermandad de la Carretería. Sevilla. Viernes Santo 2004 ]

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